Metemos la lamina de hojaldre, en el congelador durante 10 minutos.
- Hacemos esto para que la masa se ponga algo dura y sea más fácil manejarla.
Precalentamos el horno a 200 ºC con calor arriba y abajo.
Mezclamos el azúcar con la canela.
Y derretimos la mantequilla.
Pasado el tiempo, sacamos el hojaldre del congelador, lo desenrollamos y lo estiramos con un rodillo.
Hasta conseguir un rectángulo de 30 x 24 cm.
Pincelamos la superficie con la mantequilla derretida.
A continuación, añadimos la mezcla de azúcar y canela por encima de toda la superficie del hojaldre.
- Pasamos el rodillo, haciendo una leve presión para que el azúcar se incruste bien en la masa.
- Doblamos 3 cm por ambos extremos, para formar un cuadrado de 24 x 24 cm.
- Cuanto más azúcar pongamos, más dulces y se caramelizaran y doraran más.
Añadimos más azúcar por encima de los pliegues y volvemos a repetir esta misma operación, para obtener un rectángulo de 18 x 24 cm.
Volvemos a juntar los extremos opuestos hasta que se junten en el centro (pero no se solapen), obteniendo un rectángulo de 12 x 24 cm.
- Volvemos a pincelar con la mantequilla derretida y añadimos el azúcar con canela por encima.
- Le pasamos suavemente el rodillo para compactar un poco la forma que acabamos de darle al hojaldre.
Vamos a meter el hojaldre otra vez en el congelador durante unos 30 minutos, para que nos sea más fácil cortar las palmeritas.
- Sacamos el hojaldre del congelador y vamos a cortar unas 18-22 porciones, 1 cm de ancho.
En una fuente de horno. vamos colocando todas las palmeritas encima de una hoja de papel de horno y vamos abriéndolas un poco para darle forma de V.
Pincelamos con huevo batido.
Pasados estos 10 minutos, sacamos las palmeritas del horno, les damos la vuelta para meterlas otros 10 minutos más, en el horno.
- Para que se caramelicen y se doren las palmeritas.
- Cuando las palmeritas estén listas, las sacamos del horno y las dejamos enfriar sobre una rejilla.
Las palmeritas deben quedar doraditas por fuera, pero muy crujientes por dentro.
Servir en un plato bonito.
Ingredientes
Instrucciones
Metemos la lamina de hojaldre, en el congelador durante 10 minutos.
- Hacemos esto para que la masa se ponga algo dura y sea más fácil manejarla.
Precalentamos el horno a 200 ºC con calor arriba y abajo.
Mezclamos el azúcar con la canela.
Y derretimos la mantequilla.
Pasado el tiempo, sacamos el hojaldre del congelador, lo desenrollamos y lo estiramos con un rodillo.
Hasta conseguir un rectángulo de 30 x 24 cm.
Pincelamos la superficie con la mantequilla derretida.
A continuación, añadimos la mezcla de azúcar y canela por encima de toda la superficie del hojaldre.
- Pasamos el rodillo, haciendo una leve presión para que el azúcar se incruste bien en la masa.
- Doblamos 3 cm por ambos extremos, para formar un cuadrado de 24 x 24 cm.
- Cuanto más azúcar pongamos, más dulces y se caramelizaran y doraran más.
Añadimos más azúcar por encima de los pliegues y volvemos a repetir esta misma operación, para obtener un rectángulo de 18 x 24 cm.
Volvemos a juntar los extremos opuestos hasta que se junten en el centro (pero no se solapen), obteniendo un rectángulo de 12 x 24 cm.
- Volvemos a pincelar con la mantequilla derretida y añadimos el azúcar con canela por encima.
- Le pasamos suavemente el rodillo para compactar un poco la forma que acabamos de darle al hojaldre.
Vamos a meter el hojaldre otra vez en el congelador durante unos 30 minutos, para que nos sea más fácil cortar las palmeritas.
- Sacamos el hojaldre del congelador y vamos a cortar unas 18-22 porciones, 1 cm de ancho.
En una fuente de horno. vamos colocando todas las palmeritas encima de una hoja de papel de horno y vamos abriéndolas un poco para darle forma de V.
Pincelamos con huevo batido.
Pasados estos 10 minutos, sacamos las palmeritas del horno, les damos la vuelta para meterlas otros 10 minutos más, en el horno.
- Para que se caramelicen y se doren las palmeritas.
- Cuando las palmeritas estén listas, las sacamos del horno y las dejamos enfriar sobre una rejilla.
Las palmeritas deben quedar doraditas por fuera, pero muy crujientes por dentro.
Servir en un plato bonito.