Comienza por adquirir almendras de buena calidad, de la esta temporada.

Rompemos las cáscaras de las almendras con un martillo o con un cascanueces.

Quitamos la cáscara dura de las almendras.

Ponemos un cazo con abundante agua y cuando empiece a hervir echamos las almendras y las dejamos escaldar durante unos minutos.
- La finalidad es que la piel se ablande.
- Escurrimos y dejamos templar.

Vamos eliminando la piel que las recubren con una ligera presión por una punta y las vamos depositando encima de papel absorbente para retira el máximo de agua.
- Este procedimiento debe realizarse con las almendras templadas para no quemarse.

En una sartén, ponemos aceite de girasol, a fuego medio y cuando esté caliente vamos poniendo las almendras.
- Las freímos removiendo para que se hagan bien por todos los lados y queden doradas por fuera, pero sin que se quemen.
- Se recomienda no utilizar aceite de oliva, pues su sabor es muy fuerte y las almendras perderían su sabor característico.
- El aceite muy caliente las dejaría crudas en su interior.
- Evitar freír muchas almendras a la vez, pues necesitamos espacio para removerlas.

Una vez estén doradas las sacamos colocándolas en un plato con papel de cocina para eliminar parte del aceite.

Antes de que se enfríen y pierdan todo su aceite procedemos a sazonarlas, es la mejor manera de que la sal quede "pegada" a la almendra.
- Si esperamos a que se enfríen no se nos enganchará.

Las almendras fritas se consumen durante todo el año y se suelen tomar solas acompañando una cerveza o un marianito.