
Desalamos el bacalao, durante 24 horas.
- Cambiaremos al menos 3 veces el agua.
Pelamos y cortamos cebollas en juliana.
Cortamos el pimiento rojo en bastones.
Hacemos lo mismo con el pimiento verde.
Pelamos y troceamos el tomate en pequeños cuadrados.
Cortamos el bacalao en trozos.
Rebozamos el bacalao en la harina.
Eliminamos el exceso de harina, ante de freírlos.
Freímos el bacalao, en aceite de oliva, durante unos minutos por un lado.
Le damos la vuelta y seguimos la fritura por el otro lado, hasta que quede ligeramente dorado.
- Reservamos sobre papel de cocina, para eliminar el exceso de aceite.
Colamos el aceite de freír el bacalao.
- Colocamos el aceite en un cazo, donde haremos el sofrito.
- Con este aceite aportamos un poco más de sabor al plato.
Sofreímos la cebolla y el ajo en el cazo.
Hasta que estén transparentes.
Entonces le incorporamos los pimientos.
- Si deseamos un ligero toque picante, opcionalmente podemos añadirle una cayena.
Damos vueltas y seguimos sofriendo hasta que estén tiernos (un par de minutos).
Incorporamos el tomate.
Añadimos el azúcar.
- El objetivo del azúcar, es disminuir la acidez del tomate.
Seguidamente incorporamos el pimentón dulce y damos una vueltas.
- Hay que evitar que se nos queme el pimentón, ya que entonces nos quedará un sabor amargo.
Añadimos el vino blanco.
Damos una vuelta, con el fuego medio, hasta que se evapore al alcohol.
Si se nos queda seco, podemos añadirle un poco de caldo de pescado.
Rectificamos de sal y pimienta, dando unas vueltas.
Agregamos el bacalao reservado, al sofrito.
Cocemos durante unos minutos para que el bacalao se impregne del sabor del sofrito.
- Antes de servir, dejamos reposar con el fuego apagado, al menos 5 minutos.
Servimos seguidamente.
Podemos, como es tradición en Canarias, acompañarlo de unas papas arrugadas.