Mezclamos en un tarro 130 g de harina de centeno y 180 g de agua sin cloro y lo dejamos a temperatura ambiente en un tarro (de cristal y estéril) cerrado.
- Para conseguir el agua sin cloro o bien comparamos un agua envasada o bien dejamos un día el agua en un cazo destapado para que se evapore el cloro.
- La harina de centeno, acelera el proceso de cultivo, pero también podemos usar harina de fuerza, si así lo deseamos.
- Marcamos en el exterior del tarro el nivel de la masa.
El nivel de la masa será prácticamente el mismo.
- Añadimos a la mezcla otros 100 g de harina de fuerza y 100 g de agua sin cloro, mezclamos bien y cerramos el tarro, dejándolo a temperatura ambiente (20-27 ºC).
La masa empezará a oler a fermento y habrá subido un poco de altura.
- Se desecha la mitad (200 g) y se vuelve a completar con la misma cantidad de harina (100 g) y agua (100 g), que hemos desechado.
- Volvemos a marcar la altura de la masa.
La masa es posible que haya subido un poco y huela más a fermento.
- Desechamos la mitad de la masa (200 g)y volvemos a completar con la misma cantidad de harina (100 g) y agua (100 g), que hemos eliminado.
- Volvemos a marcar la altura que ha alcanzado la masa.
Volvemos a desechar mitad de la masa (200 g) y añadimos la misma cantidad de harina (100 g) y agua (100 g), que hemos desechado.
- Hacemos una marca, a la altura de la masa, en el exterior del tarro.
Si la masa ha crecido el doble de la marca que habíamos hecho el día anterior, es que ya esta en disposición de ser utilizada para hacer pan,
- Necesitaremos una cantidad de masa madre en función de la receta que vayamos a hacer, así que debemos tenerlo en cuenta antes del último refresco para conseguir suficiente masa madre.
- La masa madre no usada la guardaremos en la nevera.
- Esta masa madre la podemos mantener activa si seguimos los consejos de cómo renovarla.